jueves, 2 de noviembre de 2017

Estos son los Cursos que la CUP organiza en Vilanova i la Geltrú de Neus Llovera i de las CUP


Declaración de la independencia de Cataluña
Cursos de la CUP: "Codos entrelazados, silencio y mirada inexpresiva pero de inequívoca determinación"

Uno de los ejercicios de En peu de pau ayer en Vilanova i la Geltrú
Así son los cursos de "resistencia pacífica" organizados por el independentismo
Regla número uno: «Ni una excusa a la caverna. Aquello que haces compromete a todo el movimiento, tanto si das una flor como si insultas o das un empujón. Tenemos que ser impecables en denunciar las provocaciones y actos violentos, vengan de donde vengan».
Regla número dos: «Convertir la indignación en entusiasmo».
Regla número tres: «En las redes, como en la calle, no nos enrabietemos, no troleemos».
Regla número cuatro: «Cuidar los lazos afectivos para tolerar el desacuerdo y las diferencias».
Y así hasta cinco decálogos distintos, es decir medio centenar de reglas, cada una un hashtag, para «extender y promover la resistencia civil pacífica y no violenta ante la deriva represiva del Estado español».
Al final, una frase de Julian Assange, convertido ya en el principal (si no único) apoyo internacional al independentismo desde su refugio en la embajada de Ecuador en Londres: «El caso catalán es el proyecto más gandhiano desde Gandhi».
Todo esto forma parte de En peu de pau (En pie de paz), una iniciativa puesta en marcha por distintos colectivos independentistas que pretenden reforzar en Cataluña la cultura de «movilizaciones ciudadanas estrictamente no violentas en los días que vendrán».

 Si os arrancan del grupo, haceos el muerto, el peso aumenta y se dificulta y retrasa el desalojo
El pasado martes, desde Bruselas, el ya ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, subrayó en varias ocasiones la «inteligencia colectiva» que ha permitido avanzar al secesionismo con «el pacifismo como única arma». «En el uso de la fuerza no hemos ganado nunca ni queremos ganar», dijo.
Un día después, en Vilanova i la Geltrú, a unos 50 kilómetros de Barcelona, jugaban a tombar la truita (dar la vuelta a la tortilla), una actividad que pretende demostrar lo difícil que es mover a una persona que se resiste acostada boca arriba y que deja como moraleja que que es más sencillo ser tortilla que volteador. La dinámica formaba parte de un «taller de ciudadanía» con clases prácticas de acción no violenta que incluía también una charla en la que se explicaba a los asistentes cómo resistir los golpes de los «opositores», cómo sentarse en el suelo para «defender un espacio o bloquear el paso» o cómo avanzar en grupo «con los codos entrelazados, de cara a los adversarios, en silencio, expresión serena y mirada inexpresiva pero de inequívoca determinación».
Regla número doce: «En la primera fila, las personas más corpulentas. Evitad llevar pendientes, piercings, collares y brazaletes o gafas. Recoged el pelo largo.Cantad canciones que refuercen la confianza y estableced una contraseña para dejaos marchar cuando la intervención policial os provoque un daño que ya no podáis soportar. Si os arrancan del grupo, podéis haceos el muerto, el peso aumenta y se dificulta y retrasa el desalojo».
La estrategia, más allá de recomendaciones tan naif como escuchar a los niños, ir al cine y al teatro, limitar los grupos de whatsapp monotema, no discutir con la familia por culpa del procés o «no culpabilizarnos por abandonar temporalmente el espacio de lucha», ha sido extraordinariamente efectiva. Salvo casos muy puntuales, el independentismo catalán ha conseguido movilizaciones masivas desde hace años sin provocar un solo incidente para asombro de la comunidad internacional e incluso los colectivos más radicales vinculados a la CUP han rebajado intencionadamente su perfil en los últimos meses, pese a que Arran presumió ayer mismo de haber pintarrajeado un tren con destino a Zaragoza con un grafiti que reclamaba la libertad de los Jordis y de «todas las presas políticas catalanas».
«Ante 5.000 personas sentadas cantando canciones en plena Ronda Litoral de Barcelona, en los andenes del AVE o en el aeropuerto de El Prat, ¿qué puedes hacer?», se preguntaba un mosso d'esquadra especialista en disturbios hace unos días en un reportaje publicado por Interviú.
El plan no es casual. En peu de pau desembarcó en las redes sociales el pasado 17 de octubre, dos semanas después del referéndum ilegal. Lo integraban de inicio colectivos de bomberos, agentes rurales, campesinos y estibadores, junto a varias asociaciones cívicas. También la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) y Òmnium Cultural.
A su presentación acudieron entre otros, la filósofa Marina Garcés, el activista Rubén Wagensberg o el ex diputado de la CUP David Fernández.
Hoy tienen más de 43.600 seguidores en Twitter, entre ellos Carles Puigdemont, ymás de 16.000 en su canal de Telegram, desde el que han movilizado a la ciudadanía para distintas acciones durante el último mes. El pasado 30 de octubre rodearon la sede de Catalunya Ràdio con los codos entrelazados en respuesta a las agresiones contra el edificio de varios miembros de la ultraderecha un día antes.
Ayer mismo convocaron a sus seguidores en la estación de Sants para despedir a los miembros de la Mesa del Parlament que viajaban a Madrid para declarar en el Tribunal Supremo. Cuandoirrumpió un grupo de hombres con banderas de España pidiendo prisión paraPuigdemont, los independentistas respondieron con una canción de La Trinca que dice: «Passi-ho bé, fins l'any que ve» (Páselo bien y hasta el año que viene). Regla número doce.


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